El 23 de abril, se celebra, como cada año desde 1930, el Día Mundial del Libro. Mario Vargas Llosa pronunció un maravilloso discurso de aceptación del premio Nobel en 2010.
Bajo el título “Elogio de la lectura y la ficción” en el discurso, Vargas Llosa reflexionaba sobre la importancia de la literatura y la libertad. Y en estos tiempos en que defender la literatura puede parecer vano e incluso repetitivo, creo que es necesario recordar algunos fragmentos a modo de homenaje al escritor fallecido este 13 de abril. En dicho discurso nos recuerda que estudió en La Salle en Cochabamba (Bolivia) donde el hermano Justiniano le enseñó a leer, “es la cosa más importante que me ha pasado en la vida” afirmaba. Y tras una introducción sobre la influencia que la literatura tuvo en su infancia y juventud proseguía: “Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida”.
“Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible… Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. […] Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor”.
“La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. […] La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez.”
“La literatura nos ayuda a entender mejor la vida, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. […] Introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas.”
“Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo”.
Nosotros, por nuestra parte, queremos colaborar para que ese deseo de Vargas Llosa se haga realidad. Por ello, el viernes 25 de abril hemos celebrado el día del libro con un mercadillo poniendo a vuestro alcance libros para tocar, leer y atesorar. Atesorar conocimientos y atesorar sensaciones.
Si bien no siempre los libros llaman nuestra atención, tenemos que crear esa necesidad. Dice Saint-Exupéry en El principito que “Hay que tener sed para que el agua te sacie y refresque” y de la misma manera tenemos que sentir esa misma sed hacia el conocimiento, hacia los libros, hay que sentirse un poco vacío y abierto.
Una vez creada esa necesidad, podemos dejarnos llevar y buscar un libro, cualquier libro. Quizá nos cueste leerlo y caigamos en la tentación de abandonarlo y devolverlo a su lugar. Ahora bien, así como hemos aceptado que para ser mejores en cualquier ámbito, debemos esforzarnos, sin embargo, parece que la lectura no debe requerirnos ese esfuerzo. No nos engañemos, algunos libros entrañan alguna complejidad. Como en todo aquello que nos devuelve una recompensa es necesario el esfuerzo. Porque el esfuerzo ennoblece, aunque no agrade. La recompensa aliviará nuestra fatiga y si logramos entregarnos a una obra encontraremos como resultado el disfrute del conocimiento y la sensación de alimentar el alma con la sabiduría, de manera que la pregunta que se tercia no es tanto qué pueden los libros hacer por mí, sino que estoy dispuesto a entregar por un libro. La lectura es, sobre todo, un acto voluntario, pero también recíproco y proporcional. Cuanto más le das, más te devuelve. Esa es la magia. Se abren de par en par los caminos del conocimiento y sí, también los del sentimiento porque los libros consuelan, sosiegan, provocan quietud…. arrebatan el alma.
Borges dijo “La lectura es una forma de felicidad y a nadie se le puede obligar a ser feliz”. Nadie puede obligarnos a amar un libro, no, pero … como en el amor, se requiere esfuerzo (que no sacrificio), se requiere intención, detalles y atención diaria. Id preparando vuestro interior para dejaros enamorar por algún libro, y esperad vuestra recompensa.
¡Feliz día del libro!