Hoy es un gran día en el bosque del hermano Lucinio, hoy vienen a jugar con nosotros los niños de infantil. Junto a sus profesores recorren todos los rincones del jardín, cogiendo y jugando con lo que más les apetece, y aunque ellos no lo saben, lo que más nos gusta a los árboles, es que nos rasquen la corteza y jueguen alrededor de nosotros.
Llevamos muchos años viendo cómo los niños juegan a nuestro alrededor, viendo cómo se desarrollan, como crecen, se hacen más fuertes, más ágiles, rápidos y como cada vez aguantan más
tiempo encima de los troncos tumbados, los bancos y los tablones. Para ellos solo es jugar pero sus profes han diseñado esta actividad como una forma de mejorar sus habilidades motoras gruesas y finas, porque jugar en la naturaleza favorece el desarrollo muscular, la agilidad, la fuerza, la rapidez y el control del equilibrio.
Para todas estas destrezas hemos dejado parte de nuestros troncos, hojas, piñas y un montón de palos, tierra, hormigas y gusanos, a los cuales buscan y les “fabrican” una casa más grande y mucho más cómoda (a ellos les encanta), además entre dos de nosotros hay una cuerda de slackline para el equilibrio.
Los niños juegan 1 hora a la semana de manera libre a nuestro alrededor y esto les da un sentido de autonomía, independencia y confianza en sus capacidades, las cuales favorecen el aumento de su
fortaleza física y emocional lo que contribuye al desarrollo de una buena autoestima.
Porque la naturaleza en el desarrollo infantil es estimulante para los niños, el colegio de La Salle ha creido necesario abrir un espacio para que puedan descubrir el mundo y su entorno mediante una propuesta libre y lúdica y lograr un aprendizaje con una experiencia real, que conecte sus sentidos y emociones.